viernes, 13 de diciembre de 2013

La cita


Ella baja del taxi en la esquina, ya es de noche. Camina hasta la entrada del edificio a mitad de cuadra. Nunca estuvo ahí pero lo ha soñado tantas veces que le resulta familiar.

Llama en el único timbre del piso 10, nadie contesta pero la chicharra indica que abra la puerta. Busca el ascensor y luego de un suspiro entra y pulsa el décimo piso.

La puerta está abierta, que distinto este piso al suyo, el de ella pertenece a su familia desde hace tres generaciones y se ven en él todas la marcas y recuerdos de esto. El que acaba de pisar es todo lo nuevo y moderno que se pueda pretender, casi sin muebles a la vista, la luz está presente pero no se ve de donde sale, se oye o más bien se presiente un cuarteto de cuerdas que coincide con esa penumbra.

Recorre los distintos ambientes sin encontrar a nadie, en el dormitorio escucha ruido a agua corriendo, sigue el pasillo que la lleva al baño, la inmensa bañera está llena y corre el agua entre las burbujas del hidromasaje. En el borde un balde con una botella de champán y una copa recién servida con las gotitas que corren marcando su temperatura.

Luego de la mañana en el hospital y la tarde en su consultorio la tentación gana fácil la contienda y acepta la invitación, en pocos segundos está dentro del agua con la copa en la mano.

Vuelve al dormitorio envuelta en una bata y con la tercera copa por la mitad, sobre la cama en perfecto orden encuentra un par de medias y una porta ligas, negros, muy sexis. No hay ni sostén ni bragas. Estas ausencias la excitan.

Se pone las prendas y se mira en el espejo que ocupa toda la pared frente a la cama, la imagen es perfecta, ella se sabe atractiva, acomoda su pelo y vuelve al baño a buscar su bolso. Otra vez frente al espejo se pinta los labios y maquilla sus ojos. Al mirarse la sonrisa marca la conformidad con lo que ve.

Suena su celular, tiene un mensaje de texto: "Busca en el armario"

Hay dos vestidos, uno rojo, corto, ajustado. Al colocarlo frente a su cuerpo ella hace un gesto de desagrado.

El otro negro, largo, la espalda desnuda y escote muy importante, al frente un tajo también importante.

Sin dudar se pone el negro y lucha para acomodar sus senos sin que se escapen y tiembla pensando que con un poco de viento o con un movimiento mal calculado y ella sin bombacha...

Se mira en el espejo, gira bailando muy conforme de lo que ve. Pero está descalza... vuelve al armario y encuentra dos pares, uno rojo de charol, los saca y otra vez la mueca “Con ese vestido y estos zapatos quedaría como para hacer la calle”, piensa.

Saca y se pone otros zapatos negros, de taco muy fino y muy alto, especiales para marcar el largo de sus piernas y el complemento perfecto para el vestido, después de unos pasos por la habitación se mueve con más seguridad y disfruta su imagen en la pared espejada, se ve hermosa y es consciente de ser observada, las cosas no aparecieron por arte de magia, la magia es la cita misma no las apariciones.

Vuelve a la sala con el celular en la mano, no puede llevar su bolso enorme de ir al trabajo con ese vestido, por otro lado no le queda más que esperar, él tiene que aparecer y no va a quedarse en el dormitorio, no quiere ser tan obvia.

En la mesa hay una cartera justa para el momento, se sonríe, ningún detalle descuidado. Cuando la levanta la siente pesada, la abre y no puede disimular la sorpresa, guarda el celular en la cartera y saca un envase transparente. Más de una vez pensó en tener alguno de esos juguetes pero nunca se atrevió, eran perlas chinas...

Mensaje en el celular “En el restaurante de la esquina, reserva a tu nombre”.

Caminó los cincuenta metros hasta la esquina con el corazón en la boca, pensaba que la cita era en el piso, los dos solos, no salir así en público, era una profesional conocida...

- ¿Señorita? Buenas noches.
- Hay una reserva a mi nombre.
- Ah... Dra. Por acá por favor.

El maître la conduce a un reservado al final del restaurante y la hace sentar en una silla de espaldas al salón. Sobre la mesa hay una botella de champán enfriándose en hielo, una fuente de ostras y dos copas de langostinos. El maître le sirve champán y se retira.

Se sonríe al pensar que él preparó una cena erótica por el contenido pero frugal, no quería estar muy pesado esa noche.

Justo al levantar la copa siente un roce en su hombro desnudo, esperaba algo así por lo que no se sorprende, una rosa roja y una blanca recorren su brazo, él acerca su copa a la de ella y apenas apoya los labios en los suyos.

- Por nuestro primer aniversario.

Se estremece, siente la reacción de su cuerpo, se tranquiliza... El juguete no va a caer de su lugar...


domingo, 1 de diciembre de 2013

Jugando hasta la noche




Hoy todo el día nos estuvimos desafiando, buscando. Miradas, roces, indirectas y no tan indirectas.

Las manos no se quedaron quietas ni un momento, no faltaron besos y hasta caricias casi irrespetuosas para cualquiera que no entendiese el juego…

¿El objetivo? Simple…

Llegar a la noche con más ganas de…

Ya estoy acostado, la oigo venir y cierro los ojos.

- ¿Dormido?

No contesto. No vuelve a preguntar. Escucho como se saca la ropa, el roce de la tela en su piel, sé que no trae mucho, acaba de bañarse y siento el olor del champú y de su piel fresca.

Imagino su pelo mojado cayendo ya sobre sus senos desnudos que al contacto de esa fría humedad se yerguen desafiantes.

Siento su duda… ¿duerme o simula?

Se acerca a la cama sigilosa, no está dispuesta a desperdiciar toda la excitación que provocaron nuestros juegos durante el día.

El roce del pelo mojado contra mi pie casi me hace saltar y terminar el juego pero logro contenerme, quieto, callado…

Los labios van envolviendo cada uno de mis dedos, primero un pie… el otro… los levanta y apoya contra su pecho, se acaricia los pezones con toda la planta de mis pies…

No puedo disimular la reacción de mi cuerpo, sé que me está mirando pero no me permito abrir los ojos, siento esa mirada cargada de lujuria que me enloquece pero yo comencé este juego y quiero prolongarlo lo más posible, que me provoque y ver hasta dónde llega cada uno.

Mientras siento la boca recorriendo mis piernas las manos se adelantaron y juegan en mi sexo… Ahora son sus labios… Ya están en mi cuello y avanzan hacia los míos…

Cuando me hace entrar en ella abro los ojos y los fijo en los suyos…

En las dos bocas se dibuja una sonrisa…

La de ella de triunfo… La mía de placer…


lunes, 25 de noviembre de 2013

25 de noviembre - Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Hacia la Mujer


Estas son algunas de las imágenes para las distintas campañas por la lucha contra la violencia hacia la mujer.















De nada sirven estas campañas

si no se cambia la educación

y no se comprende que el

silencio también es parte del

problema.


El amor no se demuestra con golpes o gritos.

No importa lo cariñoso que vuelva, si te pegó una vez y no lo denuncias lo va a repetir.

Hay que terminar de una vez con este flagelo.



domingo, 24 de noviembre de 2013

Inalcanzable

Te veías inalcanzable al entrar al salón del brazo de él...
Él, tan altanero, con sus oropeles y su séquito de obsecuentes, rodeado de guardaespaldas, avasallante...
Nadie osaría acercarse a vos, ni en sueños pretender un segundo de atención...
Pero la resignación no es una de mis cualidades...
El vacío de tus ojos me daba la razón...
Hoy veo tu mirada plena mientras mis manos navegan los fiordos de tu cuerpo...

martes, 12 de noviembre de 2013

Imagina...

Un parque…
Una mujer leyendo…
Está abstraída en su lectura, el mundo no existe…
Algo cambió, se remueve, está inquieta. Su respiración se agita...
Estira las piernas, su boca se entreabre y muerde sus labios...
Cada vez más ausente del mundo se lleva una mano a la boca y se chupa un dedo…
Cierra los ojos y su mano pasa a acariciar sus senos que se marcan bajo su blusa…
Sigue leyendo sin dejar de tocarse, la mano dentro de su ropa, gotas aparecen en la frente…
La excitación es evidente, la mano busca más placer, recorre todo el vientre, al rozar la ingle se tensa todo su cuerpo, el libro cae a un costado, la cabeza hacia atrás…
Con una mano en la boca y la otra buscando su intimidad dentro de la ropa se estremece hasta que con una sacudida de su cabeza queda en un relax total…
Reacciona, se endereza y acomoda en parte su ropa, todavía desconectada del entorno busca en el bolso…
Escribe en su celular…


Revisa el tuyo… Tal vez el mensaje sea para vos...

domingo, 13 de octubre de 2013

Un día más... O no...




Hoy, como todas las noches al terminar de trabajar desde hace un tiempo, voy a ese bar desconocido para mis compañeros de trabajo.


No me parece eso de salir del trabajo y terminar todos en el mismo bar, después de casi diez horas juntos, incluso con los que no nos llevamos tan bien, prefiero un lugar en donde nadie me conozca ni yo conozca a alguien, un lugar para sacudirme el día del cuerpo y de la cabeza.


Me ubico en un taburete de la barra, pido mi trago y me distraigo viendo a esas gentes desconocidas, imaginando de donde son, en que trabajan, la relación que hay entre los que están juntos y los cruces de miradas infaltables  en esos lugares. Este lo que se conoce como un bar de trampa, música tranquila, un rincón donde se puede bailar, reservados con poca luz y nada de preguntas.


Por lo general no hablo mas que con el barman, mi objetivo es distraerme antes de ir a mi departamento, bajar las revoluciones del trajín y llegar relajado a casa. Me divierte ver a los que siguen discusiones de trabajo en el bar, terminen, si estas horas no se las pagan.


Mientras estoy en estas elucubraciones entran una pareja y una mujer, ella está evidentemente turbada y la pareja le brinda todas la atención. Buscan una mesa y al sentarse ella nota mi insistente mirada, me atrae de una manera fuera de lo común, no suelo ser muy atrevido, menos en este momento de mi vida en que he decidido recomponer la relación con mi persona antes que con los demás. No puedo evitar mirarla, a pesar de estar alterada por algo ejerce una atracción especial en mí.


Los amigos no dejan de hablar con ella pero no les presta demasiada atención, está muy adentro suyo, mira el vaso que le sirvieron como preguntando para qué es esto, lo único que la saca de sus pensamientos es mi mirada, de tanto en tanto levanta los ojos mantiene la vista en los míos.


Sigo un impulso y sin pensar voy a su mesa y le tiendo la mano sin decir palabra, los amigos alternan miradas a ella y a mi tratando de interpretar que sucede, mis ojos y los de ella clavados por unos segundos interminables, toma mi mano y se levanta, la llevo a la pista de baile y aprieto su cintura con mi brazo.


Llevamos varios temas bailando sin decir nada, sólo intercambio de miradas y mis dedos paseando por su espada, otra mano apartando su pelo para ver sus ojos, recorriendo despacio la curva del hombro, bajando por el brazo hasta la mano, subiendo la mano a mi cuello, los cuerpos cada vez más juntos, siento todas sus formas contra las mías.
- ¿Vamos?
No me contesta, caminamos hasta la mesa donde sus amigos nos miran sin entender nada.
- ¿Está todo bien? - Pregunta la mujer.
- Después te llamo.
Vamos a mi auto sin hablar, abro la puerta y se sienta sin mirarme, subo.
- ¿Con quién vivís?
- Con mi hija, está en casa con unas amigas.
Arranco sin comentar nada y manejo hasta mi casa.


Sin prender la luz la tomo de la nuca haciéndola girar y apoyo despacio mis labios en los suyos, no llega a ser un beso, es una caricia de mi boca en esa boca que me atrajo desde que la vi entrar al bar, se van abriendo los labios esa caricia ya es un beso, un beso cálido primero y húmedo, mojado, ardiente.


No hace falta decir nada, los dos sabemos que el único final posible es el éxtasis, las caricias se multiplican, al no conocer su cuerpo y sus puntos sensibles avanzo con suavidad recorriendo la cara, el cuello,los hombros con mi boca mientras mis manos acarician y se deshacen de la ropa que ya está sobrando en esos dos cuerpos ansiosos por conocerse, por explorar cada uno de esos lugares que en los dos provocan jadeos y gemidos de placer.


El departamento es de un solo ambiente así que en medio de besos y caricias llegamos a la cama ya sin ropa, la excitación es evidente en los dos pero mi obsesión es darle placer, yo puedo esperar, quiero que llegue a ese delirio de placer que hace inevitable el orgasmo, mis labios se ocupan de esto, mi lengua recorre todo ese cuerpo que ya tiembla en medio de gemidos y se moja completo preparándose para ese encuentro final con mi cuerpo que busca entrar y colmar todas sus ansiedades.


Con mi boca llena de su miel extiendo mi cuerpo sobre el suyo y beso sus labios que al sentir el sabor de su sexo se abren golosos, las piernas rodean mi cintura pidiendo una unión completa, mi sexo busca el suyo, que encuentro perfecto, que acto tan simple y cuantos resortes se disparan dentro de nuestros cuerpos al abrirse su sexo a la entrada del mío, como sin acuerdo ni conocimiento previo pueden sincronizarse de esa manera, se mueven como uno, hasta paren sentir como uno y así juntos alcanzan el clímax…


Pasado ese momento de frenesí llega la calma... Las respiraciones se suavizan... Se aflojan las tensiones de esos dos cuerpos que vibraron hace unos segundos como las cuerdas de un piano…
- ¿Quien sos?
- ¿Yo? Un hombre ¿Y vos?
- Una mujer.

domingo, 6 de octubre de 2013

Reseña del libro "La Puerta" de Ernesto Cobo García




La Puerta, de Ernesto Cobo García
La literatura de terror nunca fue el género preferido de los escritores españoles, algo que, por suerte para os amantes de la literatura de terror (en sus distintas vertientes: terror-ciencia-ficción, terror-thriller, terror-sobrenatural, etc.) ha ido cambiando progresivamente con nuevas generaciones de escritores hispano-parlantes que aderezaron el clásico género de H. P. Lovecraft o Stephen King con imágenes e idiosincrasias propias. La conclusión es un sincretismo literario que eleva a una nueva categoría la literatura creada en el mundo latino.

De este crecimiento y esfuerzo por conseguir difusión y masividad, nace el Nocte, una suerte de Asociación Española de Escritores de Terror, conformada por grandes talentos como Víctor Conde, Emilio Bueso y, por fuera y de modo más reciente, escritores como Javier Haro Herraiz.

En este grupo es imprescindible sumar un nuevo escritor perteneciente a la misma «generación del terror», cuya novela, La puerta, valga la redundancia, ha entrado por La puerta grande de la literatura de terror rompiendo todos los esquemas esperables del género. Su nombre es Ernesto Cobo García y, pese a ser su primera novela, habrá que tomarlo en serio.

Ante todo, La puerta, es una novela contundente, edificada a través de la voz de la periodista Joanna Leire —muy creíble—, una suerte de «narradora presencial» que guía al lector y lo sumerge en una historia sólida, bien estructurada, cuyo final está a la altura de la intriga que generan sus 432 páginas.

Es un acierto del escritor dotar a la historia de una suerte de subtrama, en clave thriller, que eleva el clima de terror psicológico con acertados cliffhangers, que hacen imposible dejarla de leer.
En el comienzo, la aparición de los cuerpos sin vida de una misma familia crea en los habitantes de una pequeña ciudad una reacción inusual, hipnótica y de la que nadie guardará recuerdo alguno. En este sentido será, justamente, la periodista Joanna Leire la encargada de cubrir la noticia y, tras revivir gracias a una grabación de vídeo los sucesos acaecidos aquella noche, iniciará una investigación que la conducirá a un misterio cuyo desenlace se antojará cada vez más oscuro.

Tan sólo una persona, Marcos, es consciente de los sucesos acaecidos y, presa de terribles pesadillas, sufrirá una siniestra transformación que lo llevará a convertirse en la pieza clave de un macabro plan. Un plan que atrapará a todos los personajes, uniéndolos a través de un hilo invisible y cuyas terroríficas secuelas serán irreversibles.

Para los amantes de la —buena— literatura de terror, La puerta, de Ernesto Cobo García, se antoja como imprescindible, un hallazgo a la altura de los grandes clásicos del género.
Fuente: http://www.falsaria.com/blog/la-puerta-de-ernesto-coto-garcia/







miércoles, 12 de junio de 2013

Amantes del museo

Amantes del museo




 No entiendo porque pero estoy sola, no veo a nadie, los pasillos están vacíos, no hay público, ni empleados, no hay guardias. Llevo ya un rato recorriendo los salones del museo y estoy sola.
 Siempre soñé con esto, toda la libertad del mundo para mi, me puedo acercar, saltar las vallas, tocar cada una de las piezas, sentir las esculturas, sentarme en los sillones.
 Como me gustaría tener alguna bebida y disfrutar de esta copa, no pierdo igual la posibilidad de apoyarla en mis labios ¿quien habrá bebido champán en ella hace doscientos años?

 ¿Qué pasa acá?¿Por qué no hay nadie? Sólo ella y yo. Parece no verme, o simula no verme ¿alguien está jugando conmigo?
 Se atreve a tocar todo ¿Quién es esa mujer?¿Por qué nos han dejado solos y nadie nos vigila?

 ¿Me parece o alguien me sigue? Estoy segura que un hombre me vigilaba detrás de las cortinas. Si, los pasos suenan en la galería, muy suaves, no quiere que lo descubra. Bueno, sigamos su juego, si es de seguridad, ya infringí tantas normas que no voy a parar ahora, si no me paran voy a darme todos los gustos.

 Evidentemente sabe que nadie la vigila, si no ¿cómo va a pasar por encima de las vallas y tocar todo con semejante descaro?
 Es hermosa, esto debe ser una trampa, quieren que me acerque para tomarme por tonto, seguro están tomando esto con alguna cámara.

 Esta galería lleva a los dormitorios, nunca dejan pasar al público, si no me paran acá me saco las ganas de acostarme en esas camas gigantes con dosel y sábanas de seda.
 Sigue ahí, yo hago de cuenta que no lo vi.
 El vestidor ¿y si me pongo uno de los vestidos y paseo por los salones como si fuera una dama de aquella época?¿Estará limpio? Todo huele bien.

 Se piensa poner un vestido del museo, esto es cada vez más desconcertante, ¿realmente no me ve? Por poco gentil que parezca no me desagrada la idea de verla cambiándose, más la miro y más me gusta.

 Ahora entiendo porque las señoras de aquella época tenían ayudantes para vestirse, es imposible ponerse esto sola, lástima, hasta parece de mi talla. Yo lo que quiero es acostarme en la gran cama real, lo ideal es uno de esos camisones bordados a mano, con esos no hace falta ayuda. Me sigue mirando, no puedo cambiarme delante de él. Bueno ¿para algo está el biombo, no? Agreguemos algo de sensualidad al juego.

 Si no me ve ¿por qué se cambia detrás del biombo? Me quiere volver loco, cada movimiento está cargado de sensualidad, sabe que estoy y hace todo por seducirme, ya está, no pienso resistirme, si el juego es de seducción, juguemos.

 No puedo usar una tanga de algodón con un camisón de encaje bordado a mano y de más de cien años, lo mismo el sostén, esto va sin nada, igual no es transparente, que suave es, parece una caricia. Espero que no esté espiando, mejor me apuro. La verdad es que esto es excitante, todo el museo para recorrer libremente y espiada por un hombre. No pude ver bien como es, me pareció esbelto, más alto que yo seguro. Desde aquí seguro puedo mirarlo sin que me vea, de paso, si tardo en salir, se va a despertar su curiosidad, si estamos jugando al gato y al ratón voy a tratar de ser gato por un momento y acecharlo yo a él.

 ¿Por qué tarda tanto? Ya se sacó toda la ropa, hasta la interior, se llevó un camisón, no puede estar una vida para ponerse un camisón. ¿Habrá una puerta atrás del biombo y no se ve desde acá? Si no sale en un minuto paso y miro.

 Evidentemente esto está hecho así para poder espiar a través, como no salgo se ha puesto nervioso. No está nada mal, mandíbula fuerte, varonil, parece extranjero, la ropa no parece de aquí, me gustan sus manos, se ven fuertes, inquietas ¿sabrán acariciar? Tal vez demasiado fuertes para ser muy suaves pero claro, son manos de hombre.
 ¿Qué me pasa? Me estoy excitando en un lugar público con un hombre que no conozco. Esta situación me está trastornando, nada es normal. Mejor salgo porque ya se ve demasiado preocupado por mi tardanza.

 Ahí está, ese camisón tiene más de cien años y parece hecho a su medida, esto está todo arreglado, no se que hacer, si voy y pregunto a boca de jarro que está pasando acá no voy a saber hasta dónde se atreve ella a llegar ni hasta dónde yo. No tengo mucho que perder, ya haber estado recorriendo el museo solo debe ser una falta, no pienso perder la oportunidad de tener algo con ella, si hay que parar que lo haga ella.

 Que belleza este dormitorio, es más grande que todo mi departamento, si pongo un sillón como estos en mi sala no queda lugar ni para respirar, en esa cama pueden dormir cuatro o cinco sin llegar a tocarse.
 Que espejo, no está mal el camisón, me resalta los hombros con esos breteles tan delicados, el color cae justo a mi pelo, si lo peino hacia atrás se marca perfecta la curva de mis t..., debería decir senos en este lugar, mi cuello parece más largo. Aprovechemos estos cepillos que parecen de oro y plata para arreglar mi peinado, no voy a tener muchas oportunidades de usarlos, por otro lado a los hombres les gusta ver a una mujer frente al espejo poniéndose linda.
 ¿Que son todos estos frascos? Perfumes, talco, estos chiquitos deben ser rapé o algo parecido, aceites. A ver, tiene, y que rico, debe ser para masajes, hum... que bien acá en mis hombros, delicioso ¿Y si lo llamo y le pido que me de un buen masaje? No, si quiere misterio, que tenga misterio. Yo sigo haciendo como si no lo hubiese visto.  ¿ Y el perfume? Es muy fuerte, rico pero fuerte, sólo una gota entre las... entre mis senos.

¡Ah!... quiere un masaje, que hombros, como le marca el cuerpo esa ropa, llega hasta los pies pero se adivinan sus caderas y sus piernas como si no tuviera nada, ese pecho me corta la respiración, nunca pensé estar en un palacio del siglo XVIII a solas con una belleza como esta, seguro debe ser un sueño, me habré quedado dormido en algún banco y ya estará por venir un guardia a llamarme. Pero ¿de dónde salió esta mujer? no la vi nunca antes, demasiado linda para no recordarla.
 Va para la cama, si se acuesta no me freno más, me acerco y que sea lo que tenga que ser... y sí, abrió las sábanas, se va a acostar. Me enloquece esto... Se acaricia contra la seda de la cama, sigue el juego, me sigue incitando, tiene los ojos cerrados. Yo agarro el aceite y voy a darle un masaje.

 Esto es mejor de lo que siempre pensé, me podría acostumbrar fácilmente a vivir acá entre este lujo.
 Se está acercando, no creo que me vaya a lastimar, ya lo hubiese hecho, no voy a abrir los ojos, no quiero que se asuste.
 Conozco ese olor, es el aceite que pasé por mis hombros, ay... Me está pasando aceite, me vio hacerlo y quiere darme el masaje que desee, además de adivinar mi pensamiento es un dulce. Sabía que sus manos eran fuertes, que rico se siente, después de la tensión del paseo solitario por el museo este masaje es una delicia...

 Suave como imaginé, de cerca es mucho más hermosa, tiene la firmeza de un cuerpo acostumbrado al ejercicio pero con la suavidad propia de una mujer, me enloquecen sus senos, no se cuando me atreveré a tocarlos, espero no se rompa el hechizo. Tiene un cuello perfecto, se está aflojando con el masaje y es todavía más bella, sus brazos se soltaron lo mismo que las piernas, lo único que está más rígido son sus pechos, se irguieron los pezones, parece que quieren perforar la tela del camisón. Tal vez me parezca, debido a mi deseo, pero juraría que se ha excitado.

 Como me relaja esto... Si mi cuello... Se afloja... Siento mis piernas sueltas... Cosquilleo en todo el cuerpo, me gusta... No pares por favor... Estaré loca pero no quiero que pare... Ya se... Es un desconocido y esto es todo muy raro pero mi cuerpo es más fuerte que mi razón... No me atrevo a insinuar más pero no pienso resistirme... Quiero que haga de mi lo que quiera y espero que quiera mucho...

 No puedo más... Tengo que acariciar todo este cuerpo... Mi sangre va a hervir si no sigo...
ni siquiera abre los ojos... Eso es una buena señal... Que duro tiene el pecho... Sabía que no me rechazaría... Cuando toqué su piel noté que teníamos la misma atracción... Desde un principio estuvimos conectados...

 Umm... Mis pechos ansiaban esto... Es el aceite o vibramos en la misma frecuencia... No me habla, ya debería haber dicho algo ¿o no? ¿por qué tenemos que hablar? Así estamos bárbaro, si hasta ahora no hizo falta hablar ¿para qué correr el riesgo de estropear todo? Si sale bien ya habrá tiempo para hablar.
  Me está subiendo el camisón... No tengo nada abajo... Ya es un poco tarde... Y sus manos se sienten tan bien sobre mis pantorrillas... Me besa los pies... Que boca maravillosa... Cuantas sensaciones... Sube... Sube... ¿Hasta dónde piensa subir?... Por favor que me bese en la boca... Que me bese la boca antes de llegar a...
 ¡Lo tengo que mirar!

 Lo que son estas piernas... Y los pies... Tengo que besarlos... Quiero besar todo...
 ¿Qué pasó? Abrió los ojos... Se termina todo acá... No, abre la boca, no me rechaza, me ve directo a los ojos... Me desea tanto como yo a ella... Voy besar esa boca... Quiero besar esos ojos que me miran tan seductores, tan...
 Que boca perfecta, se abrió para mi en la medida justa...

 Que beso, no lo puedo rechazar, mis ojos se lo pidieron y acá está...

 Estoy besando su boca pero me responde con todo el cuerpo, se pega al mío, desearía no tener esta ropa y sentir toda su piel contra la mía... Si me permite quitarle el camisón no veo por qué no sacar mi ropa...

 Quiere quitarse la camisa, ¿lo ayudo? así no tiene que dejar de besarme, ya adoro esos labios, me humedece mi cuello, mis hombros, mi pecho. Casi ni noté que estaba sin camisón, nunca estuve así de excitada... Necesito a este hombre...
 Sin importarme lo que piense, que él se ocupe de su camisa, yo le voy a sacar los pantalones, ya sentí su virilidad contra mi pelvis y quiero más, si yo puedo estar desnuda frente a él, lo necesito desnudo para mi; nunca un hombre me puso así, realmente me desconozco... Pero me gusto así... Estoy segura de lo que quiero... ¡Lo quiero a él!

 Sin dudas que los dos queremos lo mismo, me siento raro, he estado con otras mujeres pero con ninguna tuve esa sensación de urgencia, de necesidad incontrolable. Me ayudó a desnudarme como si fuésemos amantes desde hace mucho tiempo y sin embargo ni conocemos nuestros nombres. Intento compararla con alguna de mis amantes anteriores para ver si habiendo algún parecido encuentro la explicación a este deseo incontenible, pero no, no sólo no se parece a ninguna sino que no me viene a la mente ninguna de aquellas... Parece que es la única...

 Que bello es, no una belleza física de nene lindo, no, es un Hombre, así, con mayúscula, como si todos los anteriores que pasaron por mi hubieran sido sólo una imagen de muestra. No lo conozco pero sé soy suya, totalmente suya... Por favor que no espere más...

 En otras circunstancias me tomaría mi tiempo en juegos previos pero creo que todo el paseo preliminar nos ha excitado demasiado como para esperar más, tengo que estar en ella... Con suavidad si, pero ya, sin dilatar esto más...
 Su sexo está esperándome, no ofrece resistencia, todo lo contrario, es como si me condujera a su interior sabiendo que ese es mi lugar, su sonrisa se dibuja en una imagen de absoluto placer. A pesar de saber que las mujeres disfrutan del sexo tanto como yo, siempre sentí el resquemor de estar haciéndoles mal, de provocarles dolor. Ahora no, se que este placer para los dos, es un solo movimiento, una danza sensual y deliciosa... Podría seguir así el resto de mi vida... No hay más urgencias... Sólo placer...

 ¡Sí! Entra en mí... Dame toda esa fuerza... Que sensación... Esto es lo que me hace sentir viva, completa... Siento el clímax desde mis pies subir y recorrer todo mi cuerpo... no termina, cambiamos de posición pero mi orgasmo continúa en la cúspide de placer... no son varios seguidos... Es uno interminable... Me siento como la cuerda de un violín vibrando en la mejor música, con un simple cambio en sus caricias ya sé que debo hacer y qué postura sigue...

 Es toda lujuria... Todo movimiento que hago lo sigue como si fuese un ballet... No entiendo cómo con el placer que siento puedo seguir con este ritmo sin llegar al clímax... Sentí irme en el momento de entrar en ella y ya hemos pasado por todos mis caprichos... ¡Voy a explotar! Así, con sus pechos en mis manos, un beso... Mi lengua rodeando la suya, otro golpe de sus caderas y...

 ¡Umm... Cómo recorre mi interior! Sus manos me miman todo el cuerpo, la lengua no dejó de lamer en mis puntos más sensibles... Está gozando de todo mi cuerpo pero sin dejar de atender mis necesidades... Siento que llega a su punto límite... Su clímax es inminente... Quiero su lengua en la mía... ¡Ahora! ¡Sí! Apretá mis caderas contra tu sexo, sentí mi cuerpo satisfecho por el tuyo... ¡Así! Mezclá tu vino con el mío... Me quema... Me derrite...


 ¿Cuánto llevamos dormidos? Sigue sin aparecer nadie, esto es rarísimo. Seguro que cuando se despierte va a tener hambre, la dejo dormir mientras salgo a buscar algo para que desayune, ya está amaneciendo.
 Claro, si no hay nadie, la puerta tiene que estar cerrada ¿Cómo vamos a salir sin que nos vean?
 Eso que hay del otro lado de la puerta es un diario, tiene una foto de este museo en la portada ¿Qué dirá?
 Me dijeron que trate de aprender algo del idioma antes de venir.
 Tendré que despertarla y que venga a ver que dice el diario y ver por donde salimos.






El titular de diario dice:


Tragedia en el museo:
Una joven recibe una descarga eléctrica y muere junto a quien intenta rescatarla


Fin